Reunión del CIEMAL-C en Cuzco

Obispo Luis Andrés Caicedo de la Iglesia Colombiana Metodista asistió recientemente a la reunión de CIEMAL-C en Cuzco, Perú.

La organización, que reúne a las Iglesias Metodistas en América Latina y el Caribe, hizo la siguiente declaración:

A la Sociedad Civil y Autoridades Nacionales

El Concilio de Obispos, Obispas y Presidencias del Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América Latina y el Caribe (CIEMAL-C), reunidos en la Ciudad de Cuzco, del 6 al 9 de Agosto, afirmamos nuestro compromiso indeclinable con la vida y un renovado compromiso con Jesucristo, Señor de la creación toda, ante la evidente realidad de injusticia social, vulnerabilidad y deterioro de la creación de Dios en la que viven nuestros pueblos de América Latina y el Caribe.

Creemos que la abundante creación de Dios es para que todos los seres creados la puedan disfrutar en perfecto equilibrio de amor.

Creemos que Dios creó a la humanidad para establecer una relación de amor, libertad y respeto mutuo. Creemos que cada persona tiene un valor supremo e inalienable ante Dios, y por ello afirmamos nuestra responsabilidad en la búsqueda de una transformación total, modificando el estado actual de las cosas en favor de una vida digna para nuestros pueblos todos.

Manifestamos nuestra preocupación por la violencia contra la mujer, fruto de la discriminación que sufre tanto en las leyes como en las prácticas de la persistente desigualdad de género. Es necesario fomentar un diálogo comprometido sobre los problemas pendientes, promoviendo el cambio con prácticas igualitarias de justicia de género tanto en fuerzas vivas de la sociedad como en las iglesias en general.

Nos alarman los niveles de corrupción que constituyen un flagelo insidioso que empobrece a cada uno de nuestros países y al mundo, y que fragmenta la confianza y erosiona la democracia debilitando la confianza institucional.

Por todo lo cual, llamamos a nuestra hermandad cristiana y a nuestros pueblos en general a participar activamente de los procesos eleccionarios, como así también a esforzarse en el seguimiento y fiscalización de las personas electas, de su trabajo y de sus importantes tareas de gestión política. Afirmamos que migrar es un derecho humano y bíblico. Las migraciones y desplazamientos internos que estamos viviendo son una realidad que afectan cada vez más a nuestros países. Por lo tanto, somos convocados por esta realidad a promover el derecho y defensa de las personas que han sido expulsadas de sus lugares de origen, para que vivan con dignidad sus derechos inalienables y puedan cumplir los deberes del lugar que ellos y ellas elijan para construir un futuro de paz.

Ante la destrucción de la Creación por la avaricia y la explotación sin límite del actual modelo económico imperante, por la complicidad de gobiernos insensibles al descuido de la creación y por la actual crisis civilizatoria que nos atraviesa, nos oponemos a toda forma de injusticia y destrucción de nuestra casa común, que afecta a la vida toda, y pedimos que “corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” (Profeta Amós, 5.24).

Nuestra salud estará cada vez más amenazada si no se toman medidas urgentes para frenar y reparar los graves daños causados al medio ambiente. La contaminación del agua, del aire y la tierra amenazan la integridad de los seres humanos y de todas las especies, incluyendo su capacidad para reproducirse. Resulta imprescindible fortalecer la voluntad para implementar políticas y tecnologías a una velocidad y una escala suficientes que den respuestas a la encrucijada en la que nos encontramos. Un desarrollo sostenible es la elección que deben hacer nuestros líderes políticos.

Clamamos a Dios para que nos llene de su esperanza y visión, de modo que la destrucción sea detenida y la muerte vencida por la vida. Invocamos el Nombre del Dios de la vida para que dé a todos nuestros gobernantes, en todos los niveles, la sabiduría y capacidad de ejercer éticamente un gobierno para todos y todas.

Que Dios nos bendiga a todos con el Espíritu del Reino que esperamos, Reino de justicia, alegría y paz (Carta a los Romanos, 14.7). Amén.

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