Carta sobre la Cuaresma

Proclamemos la reconciliación, como si Dios hablase por medio de nosotros

Nos dirigimos juntos y juntas a recorrer el camino de la cuaresma; este tiempo litúrgico nos invita a la conversión y nos ayuda a comprender el misterioso amor divino; asimismo es una invitación a retornar a las raíces de nuestra fe, dado que, reitera el llamado a meditar en el don de la gracia inconmensurable de la justificación y la redención.  Esto implica revisar nuestra vida, nuestras acciones, nuestras palabras y reflexionar cuanto de esto genera pecado en nosotros y en nuestro contexto; dicho de otra manera, nuestro pecado no solo se encasilla en cuestiones morales, sino que es la corrupción de la naturaleza de todo sujeto y por lo tanto, está inclinado al mal de manera continua. 

Durante este tiempo se nos invita a vivir nuestra cotidianidad sumergida en la oración, práctica Wesleyana y condición indispensable para el encuentro con el Dios de la vida; ello nos permitirá vivenciar la gracia divina en lo profundo de nuestro corazón y lograremos ver la fuerza del Espíritu trabajando en nuestras vidas, en favor de quienes tenemos cerca. 

Asimismo, éste tiempo nos invita, a intensificar la escucha y la meditación atenta de la palabra del Dios Vivo, que nos ayude a poner en práctica las palabras de San Pablo “… y confiándonos el mensaje de la reconciliación. Somos embajadores de Cristo y es como si Dios hablase por medio de nosotros”. 

Es por ello, que en este tiempo se nos invita a desarrollar el ministerio de la reconciliación en dos aspectos importantes: 

  1. La reconciliación con la creación: Este tiempo de cuaresma, es un tiempo de conversión personal y comunitaria; es un tiempo donde el amor divino, la gracia, la generosidad, la proximidad, la caridad son características del llamado imperativo para practicar con la creación en medio de la situación que vivimos como país. Hoy pareciera que las palabras de San pablo fueran un llamado fuerte a nuestra sociedad: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. (Romanos 8: 19-21)

    Si en este tiempo no repensamos nuestra forma de vida, seguiremos teniendo aquellas conductas destructivas hacia nuestro prójimo, la creación; por estas conductas como sociedad hemos vulnerado todos los límites que como seres humanos se nos pide respetar y la naturaleza nos lo pide agritos. 

    Sabemos que las causas de todo mal, son esas fuerzas de destrucción que han dañado las relaciones con Dios, con nuestro prójimo y con la naturaleza. El daño de la relación armoniosa con la creación ha llevado al ser humano a considerarse dueño y señor absoluto de la creación, utilizándola para su propio interés y en deterioro de los de más habitantes de ella. 
     
  2. La reconciliación con nuestro prójimo: En este viaje de cuarenta días, también escuchamos el llamado imperativo a amar a nuestro prójimo, de la misma manera como el Dios vivo nos ama a nosotros.

    Amar sin condiciones; sí, amar sin importar su condición religiosa, étnica, de género, económica, generacional, política, nacionalidad; es decir poner en práctica la famosa frase del obispo de Hipona, San Agustín, “ama y haz lo que quieras”. Frase lacónica que invita a recuperar la confianza y a mejorar nuestra vida. Frase breve, que tiene fuerza, atractiva, que es encantadora, pero que sobre todo nos insta a proclamar con frenesí y coraje que la Palabra de Dios es el mensaje del Dios de Amor.

    El llamado es a que nos “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Y todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que tengamos vida por medio de Él”. 1 Juan 4, 7-9. 

    En nuestra sociedad politizada y polarizada debemos desarmar nuestros corazones y trabajar por el bienestar de nuestro prójimo, recordemos que Jesús nos dice que el amor a Dios y al prójimo es el más importante de los mandamientos, porque es desde el corazón donde debe salir todo y regresar allí para servir de referencia para todo aquel que se acerque a nosotros.

Quisiera terminar esta carta diciendo que cuando nos reconciliamos con la creación y con nuestro prójimo, nos estamos reconciliando con el Dios de la vida y estamos practicando las palabras de San pablo. Por lo tanto, el llamado de esta cuaresma podemos resumirlo en las palabras de Juan Wesley: “Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los sitios que puedas, a todas las horas que puedas, a toda la gente que puedes, durante todo el tiempo que puedas”. 

Bendiciones y caminemos juntas y juntos en esta cuaresma. 

Rev. Luis Andrés Caicedo Guayara
Obispo Iglesia Colombiana Metodista

Etiquetas